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Un reemplazo para el diablo- capitulo 9



Los placeres y deseos que un ser humano puede tener son tantos que podrían iluminar el cielo nocturno completo si es que fueran estrellas. Existen diferentes lugares donde estos anhelos puedes ser satisfechos, algunos de estos sitios están abiertos al público general y cualquiera que cumpla ciertos requisitos puede gozar de sus servicios, pero si no eres capaz de cumplirlos y aun así deseas disfrutar de estos placeres terrenales; siempre podrás optar por la ruta clandestinas.
En la mayoría de los países esta estrictamente prohibido el ingreso de los menores a los casinos, ya que esto podría acercarlos al vicio desde edad temprana, pero para un padre irresponsable como él de Bartolomé el que su hijo adquiera o no el vicio no podría importarle menos. Caminando lentamente por un estrecho callejón poco frecuentado, Bartolomé y su padre llegan hasta la entrada del "Between Shadow" un pintoresco casino no muy conocido; esto se debe principalmente a que se trata de un sitio ilegal del cual solo se puede conocer a través de sus miembros. Ya sea que se trate de un adulto hecho y derecho o de un simple mocoso de 17 años, en este lugar podrás apostar siempre y cuando tengas dinero para hacerlo.
— ¿Estás seguro de esto Bartolomé? Se que fui yo quien te trajo a este lugar, pero siendo sincero no es un sitio en el cual confíe mucho; he perdido mucho dinero aquí y estoy casi seguro de que la mayoría de los juegos de este lugar están arreglados— indico él hombre preocupado mientras miraba a su hijo de reojo, pese a que su visión estaba borrosa y su nariz roja producto de su estado de embriagues, todavía podía sentir miedo ante la idea de perder dinero.
— Tranquilo mi querido Buda, este lugar no es la clase de sitio que me lograría espantar. Con tu ayuda estoy seguro de que podríamos ganar cualquier juego, sin importar que tan arreglado este— respondió Bartolomé sonriente, avanzando con calma hacia la entrada, donde un hombre corpulento de bigote le impedía el paso

—Este no es un lugar donde un chico de tu edad pueda entrar, será mejor que te vayas mientras te lo pido de buena forma— indico el grandulón con tono serio
—Ey "músculos" tranquilo, el chico viene conmigo, es mi hijo— intervino el padre de Bartolomé cruzándose entre ambos con un tono de voz tembloroso, aunque lo intentaba ocultar aquel desastre de adulto tenía miedo del gigante de la entrada a quien todo el mundo llamaba "músculos". Este apodo tenía dos razones; la primera era debido a que el hombre poseía un cuerpo similar al de un físico culturista, lleno de músculos entrenados y bien desarrollados; la segunda razón de su apodo era que nadie conocía su nombre real; al igual que el reato del personal que trabajaba allí, quienes solo eran llamados a través de apodos que los mismos clientes les fueron poniendo.
— Wow..., no esperaba volver a verte por aquí. Especialmente después de que perdieras tanto dinero la última vez que viniste; pensé en aquel momento que habías abandonado el vicio del juego. Veo que traes a un niño contigo ¿acaso ahora trabajas como niñero? — pregunto el hombre riendo burlonamente
— es mi hijo..., lo he traído para que pueda ganar algo de dinero jugando; dice que tiene talento— respondió el padre de Bartolomé con la cabeza agachada
— recemos para que el chico haya heredado el talento de su madre, porque si resulta ser tan talentoso como lo eres tú, lo único que conseguirá será hacerle un agujero más grande a la billetera familiar— indico músculos tiendo entre dientes— aunque no es mi trabajo el impedir que los perdedores apuesten— respondió mirando de reojo a Bartolomé— lamento lo sucedido chico, tengo que asegurarme de que ninguna ajena al casino o sus miembros ingrese aquí. Si la policía se enterara de los verdaderos negocios de este local disfrazado como bar estaríamos en severos problemas, pero si tu vienes con Joaquín no tengo problemas en dejarte pasar— añadió apartándose de la entrada
— No te preocupes músculos, comprendo perfectamente cual es el trabajo de los monjes del templo Shaolin— respondió Bartolomé burlándose de la calva del guardia quien por curioso que parezca, dada su apariencia, se lo tomo con gracia. Seguido por su padre Bartolomé ingreso al casino. Contraria a la imagen mental que las películas han metido en la cabezas de las personas acerca de un casino, donde todo está iluminado por diversas máquinas de juego y hermosas mujeres te sirven bebidas alcohólicas; el "Between Shadow" era un lugar oscuro y lúgubre donde lo peor de la sociedad se reunía a apostar. había una mesa de Black Jack, una ruleta, máquinas tragamonedas e infaltables mesas de póker, entre muchos otros servicios para satisfacer el vicio del juego; pero aun así parecía ser un lugar deprimente que se hallaba fuera de la ley o mejor dicho fuera de la sociedad. Con mucha Naturalidad Bartolomé se acercó a la ruleta donde una canica representaba a la diosa de la fortuna
— creo que encontré la fuente de oro que estaba buscando— dijo el joven mirando con entusiasmo el juego mientras que su mirada se desviaba lentamente en dirección a su padre— Necesito que me prestes un poco de dinero mi querido buda, te aseguro que te lo devolveré multiplicado por diez— indico estirando su mano en dirección a su progenitor quien lo miro confundido
— ¿ese era tu plan? Apostar en la ruleta ¿acaso crees que soy estúpido? — contesto el hombre sorprendido ante la petición de su hijo quien quería jugar un juego basado únicamente en la suerte. Cuando acepto su propuesta de traerlo a aquel casino esperaba que eligiera un juego como el Black Jack o el póker donde la estrategia y el buen juego podían ayudarlo a ganar, su hijo era listo así que existía la posibilidad de que supiera contar cartas; pero jugar su dinero en la ruleta incluso a un jugador empedernido como él le parecía ridículo.
—pues claro que si mi querido Buda, te aseguro que si jugamos en este juego podremos ganar— contesto Bartolomé manteniendo su mano extendida con el fin de recibir el dinero que pedía
— ¡No juegues conmigo! — grito su padre— no pienso gastar mi dinero en esta ridiculez de juego, si tu plan era depender de la suerte prefiero gastar este dinero en mis propios vicios— añadió arreglándose el chaleco donde tenía oculto el fajo de billetes
— ¿eso significa que no me lo vas a dar? — pregunto el joven un poco serio
— ¡Por supuesto que no! Puede que ser que yo sea un ignorante que asistió a una escuela pobre a diferencia tuya, pero incluso yo sé que las probabilidades de ganar en la ruleta rusa son bajas— indico el hombre dándole la espalda a su hijo— de haber sabido que tu plan era apostar a lo tonto en esta clase de juegos te habría dejado en la casa donde podrás mantener tu atención en esas porquerías de enciclopedia que lo único que hacen es pudrirte la cabeza— añadió con ira para luego dirigirse a la mesa de Black Jack; dejando a su hijo solo con la mano extendida. Una gran bulla se escuchó en el lugar, los ebrios de una mesa cercana se reían estrepitosamente luego de ver lo que había sucedido
—pobre niño, su padre lo abandono, no le quiso dar dinero. Ey niño ¿acaso quieres ir a llorar con tu mamá? — decía riendo un hombre flaco sentado a tan solo unos metros de donde estaba Bartolomé
—No te burles del, no es su culpa haber nacido idiota— decía burlonamente otro hombre gordo sentado al lado del primero quien de su bolsillo saco una moneda de 10 centavos que arrojó al suelo— te regalo esa moneda, tal vez con ella puedas pagar un taxi para ir a llorar con tu mamá— añadía, siguiendo de esta manera con la broma de su compañero quien sufrió un repentino ataque de risa. El objetivo de aquella broma era molestar y tal vez hacer llorar a Bartolomé producto de la humillación, pero el joven de 17 años no se dejó perturbar por las palabras de aquellos dos ebrios; sino que, al contrario, con mucha calma el chico de cabello café recogió la moneda del suelo y camino posteriormente a la mesa de los dos rufianes para decirles con una amplia sonrisa
—Me encantan las bromas de los ebrios, siempre tienen ese toque sarcástico y dañino que busca destruir al otro individuo mentalmente. Díganme mis queridos bufones de bar ¿les gustaría jugar una partida de cartas con esta bonita moneda que me acaban de arrojar?
Los dos adultos presentes estaban sorprendidos de oír aquellas palabras, en varias ocasiones se habían reído de sujetos en el bar e incluso habían peleado con ellos, pero era sin lugar a duda la primera vez que uno de esos tipo los desafiaba a un juego de cartas de manera tan calmada y serena. Los dos adultos se miraron de reojo ante la propuesta del niño y en lugar de elogiar su valor y madures al afrontar las burlas, el gordo y el flaco, solo pudieron echarse a reír de manera desenfrenadas
—Eres fantástico niño, hace mucho tiempo que mi hermano y yo no nos reímos tanto de un perdedor como tú— decía el flaco secándose las lágrimas que le salieron por tanto reír de sus ojos— pero lamento decirte que ni mi hermano ni yo apostamos por cantidades tan pequeñas como esas. Si quieres jugar con nosotros necesitaras al menos 10 mil dólares— indico en forma de burla; era imposible que un chico con tal apariencia tuviera tanto dinero consigo
— ¿Diez mil dólares? Eso es excelente tengo justo esa cantidad conmigo— respondió Bartolomé con calma, haciendo que los hermanos se volvieran a mirar para luego reírse de aquel comentario
—no te ofendas chico, pero no pareces el tipo de persona que lleva 10 mil dólares consigo. Sera mejor que dejes de bromear así o en algún tus bromas dejaran de ser divertidas y tendremos que pedirles a músculos que te saque— indico el hombre gordo con un sonrisa falsa
— ¿de que hablan? Tengo aquí mismo los 10 mil dólares que ustedes quieren— respondió Bartolomé tocándose el estomago
— ¿a qué te refieres chico...? — pregunto confundido el hombre flaco
— déjalo, seguramente hemos sido demasiado amables con él y cree que puede tomarnos el pelo. Llamare a músculos para que lo echen de aquí— indico el gordo
—Vamos, no se hagan los tontos conmigo. Estoy seguro de que cualquiera de mis órganos interno valdrá fácilmente 10 mil dólares ¿o acaso no son ustedes los hermanos Rutz los mejores traficantes de órganos del país? — pregunto en tono juguetón el joven haciendo con esa simples palabras que los rostros de los dos adultos delante suyo se volvieran blancos de la sorpresa
—¡¡como sabes eso!!— grito el hombre gordo molesto poniéndose de pie al igual que su hermano quien rápidamente colocó su mano en el bolsillo interno de su pantalón donde un pequeño revolver estaba escondido
— ¿¡eres de la policía!?— pregunto el hombre pregunto el flaco dejando ver la culata de la pistola
— Vamos señores, no sean tan dramáticos ¿Desde cuándo unos traficantes de su nivel le tienen miedo a la policía? Les puedo asegurar que no pertenezco a ninguna clase de guardia imperial o similar. Solamente soy un chico normal de 17 años que ofrece sus órganos a cambio de dinero a dos adultos relacionados con el negocio ¿acaso eso es muy raro? — pregunto Bartolomé riendo calmadamente mientras jugaba con la moneda en sus dedos. El hombre flaco miro a su hermano y este a su vez lo miro a él, cuando sus ojos se toparon, los adultos asintieron con sus cabezas y sin decir ni una sola palabra se sentaron nuevamente en la mesa. Bartolomé estaba sentado delante de ellos y esperaba tranquilamente su respuesta
—No sé cómo te has enterado acerca de nuestros negocios, pero efectivamente nosotros somos los hermanos Rutz y nos dedicamos al tráfico de órganos en el bajo mundo. Me atrevería a decir incluso que somos los mejores en lo que hacemos— contesto el hombre gordo con tono serio; había perdido en pocos segundo todo deseo de seguir bromeando con aquel extraño joven
— ¿hermano estas seguro de que deberíamos decirle esto? Aún no sabemos que si es de la policía— indico el flaco
— no parece ser miembro de aquellos cerdos. En primer lugar, dudo que un grupo de policías envíe a un niño a un lugar como este. En segundo lugar no creo que tenga sentido alguno ocultarle algo acerca de nuestro trabajo, durante los 25 años que llevamos en el negocio nunca hemos dejado que nadie sepa nuestros nombres ni mucho menos nuestro apellido, pero este mocoso en cosa de segundos llega y nos lo dice de manera calmada, eso solo puede significar que su red de inteligencia es mejor que la de la policía y que una institución poderosa lo respalda ¿no te parece?— contesto el gordo ante la inquietud de su hermano pequeño
— no se preocupen, no tengo planeado hacer uso alguno de la información que poseo acerca de ustedes o sus negocio, ya que al hacerlo tendría severos problemas y lo último que deseo es llamar la atención de ciertos seres indeseables. Mis palabras son verdaderas, lo único que desea es usar mis órganos internos como moneda de cambio en esta apuesta. Estoy seguro de que con lo joven y bien cuidado que esta mi cuerpo, los órganos de mi vientre valdrán fácilmente los diez mil dólares necesarios para apostar con ustedes— contesto Bartolomé con calma acercando una silla hasta donde estaban los dos hombres sentados quienes lo miraban confundidos— juguemos un pequeño juego de naipes— termino diciendo.
***
Conocidos en el bajo mundo como los traficantes de muerte, los hermanos Rutz, uno gordo y el otro flaco, eran por lejos los más adinerados de la región. Frecuentaban todos los días diferentes lugares que un hombre promedio nunca pisaría, amantes de la bebida y del juego, tenían el mundo en sus manos, sin embargo, nunca imaginaron que saldrían de su Bar preferido el "Between Shadow" sin ni un solo centavo. Lo que a simple vista sería una lección para un mocoso de instituto engreído se terminó convirtiendo en su peor negocio, perdiendo una suma cercana a los 80 millones de dólares en un juego de cartas arreglado para beneficiarlos a ellos. Con una sonrisa burlona él antes pobre estudiante llamado Bartolomé salía de la taberna con una pequeña fortuna en sus manos seguido por su padre que lo miraba entusiasmado.
—Dios mío..., Dios mío... ¡No puedo creerlo! ¡Somos ricos! ¡Jodidamente ricos! — decía el hombre con los ojos iluminados por su codicia al ver el bolso lleno hasta el último Rincón de billetes que su hijo llevaba— aun no entiendo como ganaste todos y cada uno de los juegos, pero estoy muy orgulloso de ti— añadió
—Durante siglos he jugado con los mejores jugadores de la historia, los más grandes tramposos y nunca he perdido un solo juego. Mi actividad favorita era humillarlos y derrotarlos de la peor manera posible en aquello que ellos pensaban eran buenos. No hay manera en la cual un montón de ebrio de bar puedan ganarme, incluso si los juegos están arreglados para que ellos ganen— respondió Bartolomé con seguridad y confianza en su habilidad de juego. En su rostro una sonrisa radiante estaba puesta, no por la cantidad de dinero que llevaba consigo, sino por el recuerdo en su memoria de los rostros horrorizados de los hermanos Rutz al haber perdido todo su dinero— Nunca me aburriré de ver aquellos rostros lleno de humillación y derrota en los apostadores— añadía
— Lo que tu digas hijo— contestaba su padre mirando con desdén la bolsa— con ese dinero nuestras vidas cambiaran completamente, yo ya no seré un simple borracho de barrio, podre vivir con los lujos que siempre he soñado y merecido, pero que la vida me ha negado. Mientras que tu podrás seguir asistiendo a aquella pretenciosa academia tuya— decía mientras reía entre dientes y sus manos se acercaban lentamente a la bolsa
— ¿Qué crees que estás haciendo Buda? Este dinero es mío, no tienes permitido tocarlo— respondió Bartolomé alejando rápidamente el Botín de las manos codiciosas de su padre
— ¿qué te sucede? No acapares nuestro dinero— respondió el hombre riendo ligeramente, ya que pensaba que su hijo le intentaba jugar una broma de mal gusto. Con la expectativa de que aquello fuera una broma el hombre trato nuevamente de tomar la bolsa, pero una vez más Bartolomé la quito de su alcance
— ¿Nuestro dinero...? No me hagas reír maldito gordo, si hubieras aportado el dinero cuando te lo pedí estaría de acuerdo con llamar al contenido de esta bolsa "nuestro", pero como te has negado a compartir tu riqueza conmigo e incluso te has atrevido a humillarme en aquel lugar, no compartiré esta fortuna. Te puedes quedar con tus miserables 300 dólares mientras que yo me quedare con los 80 millones por los cuales arriesgue mis propios órganos vitales— indico Bartolomé caminando en dirección contraria a la que vivía
—Espera ¿¡donde crees que vas con ese dinero!? ¡Es mío! — gritaba el hombre molesto ante las palabras de su hijo
— Tu hijo se va en una dirección desconocida y lo único que te interesa es el dinero que lleva consigo y lo que es peor sigues insistiendo en tu derecho sobre el Botín por él ni siquiera has corrido riesgo alguno, sinceramente eres un hombre penoso— respondió Bartolomé metiendo su mano el bolso para luego sacar dos fajos de billetes que posteriormente arrojo al suelo— aunque no creo que te los merezcas te dejare dos millones de dólares, úsalos para alejarte de mí lo más que puedas, no quiero verte de aquí a un año. Viviré la buena vida lejos de ti— añadió
¡No juegues conmigo! A mí me das solo dos millones y tú te quedas con los 78 restantes ¿¡acaso crees que soy idiota!?— grito su padre para luego abalanzarse en contra de Bartolomé y quitarle su dinero, pero cuál sería su sorpresa al ver o mejor dicho sentir con su propio cuerpo, el cómo su propio hijo lo tomaba hábilmente del cuello y como si se tratase de una ligera pluma de 160 kilos lo levantaba del suelo con una sola mano, dejándolo suspendido. Intentaba liberarse de aquel agarre que lo estaba ahorcando y le quitaba la respiración, pero era inútil de alguna manera su hijo tenía una monstruosa fuerza. Se dice que cuando el cuerpo humano quita sus limitadores el poder que tendrá como resultado lo volvería un super hombre; sin lugar a duda Joaquín nunca espero que su propio hijo adquiriría tal fuerza
—Escúchame bien desperdicio de ser humano— decía Bartolomé con una voz siniestra mientras veía los ojos asustado de su padre quien estaba delante de la imagen viva de la muerte— No creas que tengo miedo de matarte, la única razón por la cual no lo hago es para evitarme problemas. Se inteligente y toma los dos millones que generosamente te estoy dando o de lo contrario perderás mucho más de lo que crees. Te sugiero que no me hagas enojar, al menos no durante el siguiente año o de lo contrario me encargare de torturarte personalmente cuando mueras— indico para luego soltar el cuello de su progenitor quien cayó al suelo de golpe y en un rápido instinto de supervivencia se reincorporo y comenzó a toser fuertemente para recuperar el aliento— Aléjate de mí Buda o de lo contrario no tendré piedad de ti— añadió riendo sutilmente para luego alejarse con su bolsa. El primer peldaño para disfrutar de su nueva vida había sido construido.



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