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Un reemplazo para el diablo- capitulo 7

Eleodoro se resistía con todas sus fuerzas; todos sus músculos, movimientos y pensamientos, estaban enfocados única y exclusivamente en evitar que su cabeza fuera sumergida en el bote de la basura del salón. No tenía idea de lo que estaba pasando, en la escuela él era el rey de los Bufones, nadie en su sano juicio se atrevería a tocarle un pelo dentro del recinto escolar; al menos eso era lo que él pensaba, nunca paso por su mente la idea de que su cabeza podría terminar siendo hundida en un montón de basura. Pero eso no era lo que le preocupaba realmente en ese momento, lo único en lo que su mente podía pensar, era buscar la manera de alejarse de aquella sustancia pegajosa y maloliente que tocaba su rostro, no sabía lo que era ni tampoco quería averiguarlo, pero no le cavia duda de que era algo desagradable; una extraña mezcla entre el yogurt vencido que algún imbécil tiro y un refresco de cola a medio terminar. Trataba de pedir ayuda de alguna manera, pero cada vez que intentaba abrir su boca, pequeños fragmentos de basura ingresaban a ella, convirtiendo sus llamados de auxilio en verdaderos martirios. En su posición solo era capaz de escuchar una siniestra risa, que por algún motivo parecía disfrutar completamente aquel espectáculo, las mujeres del salón gritaban desesperadas ante lo que veían, por cada segundo que pasaba a Eleodoro le costaba más respirar, literalmente se estaba ahogando en aquel basurero. Finalmente luego de casi un minuto de una risa desenfrenada el autor del delito decidió apartar su pie de la cabeza de Eleodoro quien rápidamente saco su cabeza de la basura e intentó recuperar el aliento, su nariz estaba llena de mocos y su cara llena de una sustancia marón, estaba molesto, su mirada se dirigió de inmediato hacia la persona responsable de tal fechoría, quien al ver sus ojos de desesperación solamente se limitó a decir sonriente
—hola chico presumido ¿te gusto el menú que ofrecía la basura?— dijo un joven sentado tranquilo en un pupitre cercano
— que significa esto...¡¡Bartolomé!!— grito Eleodoro molesto poniéndose de pie
—¿te encuentras bien...?— pregunto temerosa la chica a la que antes había molestado
—¡¡cállate...!!— grito Eleodoro inmediatamente ante la preocupación de la chica desviando inmediatamente su mirada devuelta hacia Bartolomé quien sonreía ampliamente
—vamos, no me mires con esa cara de hombre rencoroso, solamente estaba tratando de ayudarte con tu labor de reciclaje— respondió el chico sacando de su bolsillo un pañuelo el cual uso para limpiar su zapato— incluso me he ensuciado haciéndolo, deberías estar agradecido— agregaba tranquilamente sin prestarle la menor importancia a la cara de ira que Eleodoro tenía en ese momento
—no juegues conmigo..., maldito gusano...¡¡acaso crees que es divertido!!— grito Eleodoro molesto al ver la tenue sonrisa de Bartolomé, sin pensárselo dos veces se abalanzo en contra suya y sujeto con firmeza la solapa del muchacho intentando levantarlo sin éxito de su asiento— ¡¡quien te has creído tu para desafiarme a mí!!¡¡maldito muerto de hambre!!— añadió mirando con odio a Bartolomé
— no seas tan serio, solamente estoy jugando— respondió Bartolomé colocando suavemente su mano sobre la muñeca izquierda de su agresor para luego de un momento a otro ejercer una increíble cantidad de fuerza con la que lo obligo a soltarlo de golpe y arrodillarse debido al dolor que le género, dejando a todos los espectadores allí presentes sorprendidos— ¿acaso no es así como tu juegas querido amigo mío?— indico Bartolomé riendo gentilmente al ver la cara de dolor de aquel mocoso— no espera creo que se me olvidaba algo— dijo aproximando su mano libre a su bolsillo para sacar de este un billete de un dólar arrugado el cual posteriormente lanzo al alcance de su víctima— vamos que sucede recógelo, ese te lo regalo— agregaba riendo maliciosamente
—¡suéltame!— gritaba Eleodoro adolorido sin responder sus provocaciones
—¿no es suficiente para ti? Es verdadera lástima, ayer casi le aplastas los dedos a un pobre anciano por esa misma cantidad— respondía Bartolomé
— ¿cómo sabes eso...?— respondió Eleodoro sorprendido puesto que no esperaba que aquel sucio chico supiera sus verdaderas intenciones
— se todo lo malo que has hecho Eleodoro y dejarme decirte que eres un pecador maravilloso, seguramente serás muy popular en el infierno— respondió el chico riendo maquiavélicamente mientras ejercía incluso más  fuerza a su agarre; haciendo que Eleodoro gritara de dolor— ¿alguna vez has escuchado el sonido de un hueso romperse? Lo creas o no es uno de los más bellos de este mundo, especialmente si son los de un chico mimado como tu; siempre van acompañados con un hermoso grito de angustia y terror— añadió riendo, mirando directamente los ojos del pobre chico que parecía estar a punto de llorar, lo cual era de esperarse puesto que poco a poco su mano izquierda iba perdiendo movilidad y era teñida por un intenso color morado. Los espectadores estaban aterrados, no podían creer lo estaba sucediendo, pero solo se limitaban a mirar la escena
—¡detente!— grito repentinamente una chica que se lanzó para separarlos, rompiendo el silencio que en aquel salón se había generado, la misma chica que antes había sido intimidada por Eleodoro— ¡le romperás el sí sigues así!— añadía temblorosa sujetando su mano
— ¿qué crees que haces?— pregunto extrañado Bartolomé ante tal reacción — ¿acaso ese chico no te estaba molestando hace un momento?— añadía confundido
— lo sé..., pero no puedo seguir mirando esto— decía la chica lamentándose como si lo que estaba pasando en aquel sitio fuera culpa de ella— por favor detente— decía llorando
—sinceramente nunca entenderé a los humanos, son tan contradictorios entre sí, mientras algunos quieren justicia otros perdonan a aquellos que merecen ser juzgados, por eso siempre diré que están locos— dijo el chico soltando la mano de Eleodoro quien rápidamente la llevo a su cuerpo para protegerla— será como tú quieras jovencita— añadió mirando los ojos de la muchacha quien no paraba de llorar
— como te atreves..., como te atreves a humillarme de este modo— decía Eleodoro quien todavía estaba arrodillado en el suelo sobando su mano— no te lo perdonare, te juro que te hare pagar por esto Bartolomé, ya no podrás venir a esta academia en paz— añadía iracundo
— vaya sigues siendo tan altanero— respondía Bartolomé acomodándose tranquilamente— pues mira como tiemblo— añadió en un tono burlesco. Desde el pasillo continuo al salón se comenzó a escuchar el inconfundible sonido de las pisadas de una persona caminando, por la frecuencia que poseía el ruido se podía asumir que el individuo venía con prisa hacia el salón. Sin hacerse esperar el dueño de aquellos pasos entró al salón acompañado de la chica de lentes que servía a Eleodoro. Por el ceño fruncido de su rostro era posible determinar que aquel hombre dedicado a la educación de mentes jóvenes estaba molesto, la muchacha había ido a buscar al peor enemigo de los estudiantes becados, el director de la academia de Baltazar quien miraba con ira a Bartolomé
— veamos si sigues sin tener miedo— respondió Eleodoro riendo sutilmente ante la llegada de su mayor aliado en esta confrontación.
Eran las 6:30 de la tarde y el director de la academia Baltazar gritaba molesto en su despacho a un estudiante quien parecía no estar interesado en las palabras que le decían, recientemente se había visto envuelto en una pelea con un compañero y la máxima autoridad del lugar había sido testigo de todo. Las piezas de la guerra estaba en su contra y la expulsión de aquel chico parecía ser el más probable de los destinos; el director sonreía ligeramente ante tal suceso
—quien lo diría joven Bartolomé, nunca imagine que el chico justiciero sería un verdadero busca pleitos— decía sonriendo esperando a que el chico demostrara un poco de temor ante su situación, pero no tenía sentido Bartolomé solamente se limitaba a mirar su escritorio sin mirarlo siquiera a sus ojos— veo que sigues siendo tan irrespetuoso como siempre, pero no importa, con lo que has hecho tu expulsión de esta academia está asegurada, ni siquiera la presidenta podrá intervenir en esta ocasión, me gustaría decir que fue un gusto tenerte como un estudiante pero ambos sabemos que sería una completa mentira, sabía perfectamente que no tardarías en cometer algún crimen irreparable— añadió sonriendo aprovechando el hecho de encontrarse solos en aquella habitación para descargar todo el odio que sentía por aquel muchacho
— Maicol North...— respondió el chico leyendo lentamente el nombre escrito en el escritorio del director
— ¿qué tiene mi nombre de interesante...? No me gusta mucho que alguien como tú lo diga— indico inmediatamente el hombre
— me acuerdo perfectamente de ti mi querido Maicol, sería difícil olvidarse de un profesor como tú, con un archivador repleto de pecados en el infierno— respondió el joven sonriente
— ¿qué estás diciendo...?— preguntaba el director extrañado ante esas palabras
— no te hagas el tonto conmigo, sabes perfectamente a que me refiero, ¿o es que acaso te has olvidado de Melisa?—  pregunto repentinamente haciendo que el director se pusiera inmediatamente de pie con una cara de terror en su rostro
— ¿cómo...sabes ese nombre...?— pregunto tartamudeado
— ¿me pregunto qué dirán los del centro de padres si saben que su querido director tuvo una aventura amorosa con una alumna cuando apenas iniciaba en el cargo? O lo que es peor dejarla embarazada y obligarla a abortar— dijo Bartolomé tranquilamente mientras se apoyaba con su mano en el asiento deleitándose con la cara del director que reflejaba un gran temor, debido a un incidente de su vida que había sucedido hace más de treinta años y que él pensaba nadie nunca sabría — tal vez estén interesado en saber cómo has hecho tu trabajo estos últimos años arruinando el futuro de todos los estudiante becados, dándoles malas recomendaciones en la universidad, todo para que los estudiantes de grandes recursos se sientan felices de superar a los por así llamarlos "eruditos", después de todo qué clase de padre pagaría por ir a una prestigiosa academia si su querido descendiente tiene un futuro similar al de un don nadie— continuaba diciendo
—como sabes todo eso...— dijo el director con la voz temerosa
— a quien le importa como lo se Maicol, ¿no crees que es mucho más importante lo que haré con esta información?— pregunto Bartolomé
—¿qué planeas hacer con ella?— pregunto el director recogiendo su cuello como una tortuga que trata de refugiarse en el caparazón
— dímelo tú, después de todo eres un hombre listo, sabes perfectamente lo que quiero— respondió Bartolomé
— ¿quieres que me haga el tonto acerca de lo que vi...?— respondió el director
— sabía que eras listo — respondió Bartolomé sonriendo mientras miraba la cara de duda del director North
— puedo hacer la vista gorda durante esta semana, pero aun así el padre  de Eleodoro no permitirá que esto sea pasado por alto durante más  tiempo, si él llega a venir a este lugar me temo que tendré que tomar cartas en el asunto...— respondió el director misteriosamente pasivo
— es todo lo que necesito director, usted simplemente hágase el ciego ante mis movimientos y yo me encargaré de ese mocoso mimado de Eleodoro— respondió Bartolomé poniéndose de pue para luego caminar hacia la salida sin esperar a que el director digiera alguna palabra— oh por cierto— dijo deteniéndose en la puerta— ya no quiero que me llame más Bartolomé, los hombres como usted cuyo destino esta sellado en el infierno prefiero que me llamen Amadeus— termino diciendo

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