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Un reemplazo para el diablo- capitulo 15


La capacidad para sentir el peligro es una cualidad con la que nacen todos los seres vivos, un pequeño sensor imaginario que nos ayuda a mantenernos con vida. Cuando este sensor se enfrenta a un peligro desconocido o inevitable, surge el sentimiento que los seres humanos llamaron "miedo". Alicia enfrentaba en este momento precisamente aquella sensación, un miedo incontrolable surgía en su interior por el simple hecho de ver los ojos de Bartolomé. No era la primera vez en su vida que tenía que tratar con una persona que ha sido corrompida por su propia fortuna y abusaba del poder que el dinero le daba, en la academia Baltazar esta clase de personas abundaba; pero sin lugar a duda era la primera vez que se topaba con una mirada tan inhumana. Bartolomé no tenía unos ojos feos, al contrario, eran bastante seductores; pero la forma de ver a otro ser humano como un mero juguete con el cual divertirse era lo que los volvía aterradores.
—suéltame...— dijo la chica con un tono de voz ahogado mientras intentaba liberar su brazo. Bartolomé no la estaba apretando ni haciendo daño, pero su instinto de supervivencia le decía que el joven se lo podría romper en cualquier momento si se ponía serio
— ¿soltarte? — pregunto el chico con una sonrisa burlesca sujetando bruscamente el rostro de la chica con su otra mano para poder apreciar mejor su temor— eres una muñeca de porcelana de 20 millones de dólares. No dejare que te alejes de mi lado en ninguna circunstancia — añadió ejerciendo un poco más de fuerza en su agarre, provocando que la pobre chica soltara un leve gemido de dolor que para los oídos del sádico demonio se trató de una dulce melodía
—tú estás loco...— dijo Alicia intentando soportar su sufrimiento al ver que sus gemidos divertían a Bartolomé
— ¿loco...? — repitió Bartolomé en tono burlesco mientras acercaba su maliciosa boca a la oreja izquierda de Alicia— cuando termine contigo desearas que sea un simple loco— termino diciendo
........
En el décimo piso del hotel Manhattan se encuentra la suite presidencial, el mejor cuarto de hotel de toda la ciudad capital donde dormir una sola noche te puede costar fácilmente 100 mil dólares. Desde el interior de este lujoso cuarto se pueden escuchar los fuertes gritos de una chica pidiendo ayuda, unas frías y delgadas manos recorren cada rincón de su inexperto cuerpo; el cual reacciona involuntariamente ante cualquier roce y la obliga a soltar vergonzosos gemidos.
— Detente por favor, no sigas haciendo esto; te lo suplico ten piedad de mí — suplicaba la pobre chica mientras veía con temor como su delicado cuerpo era rodeado con una fría soga — es mi primera vez haciendo esta clase de cosas, al menos podrías ser un poco más gentil — añadía
— No seas ridícula, pague mucho dinero para hacerte mía, no me detendré ahora solo porque me lo pidas — contestaba una profunda voz de hombre — Tarde o temprano terminaríamos cruzando esta clase de limites; era algo inevitable. Lo mejor es que sea ahora, ya que me encuentro de buen humor y estoy dispuesto a ser amable contigo — añadió
— ¿a esto le llamas piedad? ¡Eres un maldito monstruo! ¿cómo puedes hacerle esto a una mujer? Debería darte vergüenza — reprochaba la chica mientras veía con angustia como las frías manos sujetaban la cuerda y se acercaban a su entrepierna— Detente por favor, todo menos eso; tus manos están demasiado frías, no creo poder aguantar que me sigas tocando de esta manera
— indico sujetando con fuerza aquella mano; impidiendo que pudiera tocarla
— No te sigas resistiendo Alicia o me veré obligado a hacer que me pagues en este momento los 20 millones de dólares que me debes— respondió el joven al escuchar las palabras de la joven
— la deuda era solo de 15 millones de dólares, nadie te obligo te obligo a pagar los 5 adicionales — respondió la joven cubriendo tímidamente su pecho y entrepierna
—no importa lo que digas, la realidad es que pague una verdadera fortuna con el fin de liberarte de las garras de aquellos matones, lo que me convierte en tu salvador. Lo mínimo que puedes hacer para compensar mi generosa acción, es ser obediente y hacer lo digo; como si fueras una linda esclava personal — contesto sin vacilar el joven
— en primer lugar, Bartolomé, yo nunca te pedí que pagaras aquella absurda deuda por mí. En segundo lugar, yo no soy tu esclava ni mucho menos de tu propiedad. No sé de qué clase de época medieval vienes, pero la esclavitud está prohibida en casi todos los países desde 1926, cuando se firmó "el convenio de la esclavitud"; por lo que yo nunca me voy a someter a tu voluntad— respondió decidida mientras tomaba una postura defensiva con el fin de protegerse de cualquier posible ataque
—A medida que nos vayamos conociendo te darás cuenta de que ningún ser en el universo es capaz de negarse a cumplir mis deseos o caprichos — respondió Bartolomé con una sonrisa llena de confianza mientras escuchaba con alegría cada ruido vergonzoso que Alicia dejaba salir— No puedo esperar para ver el resultado de su trabajo señorita Dupré ¿creen poder hacer un hermoso set de ropa para que vista esta chica? — pregunto
— la chica es un poco molesta y grita mucho, si alguien la escuchara de casualidad podría llegar a pensar que la estaban violando o peor, pero finalmente me las arregla para tomar correctamente sus medidas— respondió una mujer mayor que salía de la habitación contigua donde Alicia estaba vistiéndose avergonzada— me ha intentado golpear algunas cuantas veces e incluso tirar el cabello, me temo que deberé añadir estas molestias adicionales en la tarifa final — contesto la mujer arreglando su peinado; el cual estaba todo destrozado
— el dinero no es algo de lo cual una mujer tan hermosa como usted se deba preocupar señorita Dupré. Soy bastante consciente de que usted es una de las diseñadoras de ropa más profesionales en el planeta y estoy dispuesto a pagar la suma de dinero que usted desee con el fin de que Alicia pueda vestir uno de sus trabajos— respondió Bartolomé haciendo una ligera reverencia
— puedes intentarlo las veces que desees, pero no importa cuánto me intentes halagar; no conseguirás que te haga ninguna clase de descuento — indico la mujer para luego sacar de su bolsillo un cigarrillo y ponerlo en su boca — la tarifa es la misma para todos mis clientes, mientras me pagues lo que te pido haré todas las clases de vestuario que me pidas; sin importar que tan insoportable sea la chica que los usara— contesto sacando de su otro bolsillo un encendedor
— está prohibido fumar en este hotel — indico Alicia quien salía de la otra habitación, ya había terminado de ponerse su ropa de colegio habitual, su cara todavía estaba roja debido a la vergüenza que sentía; era la primera vez que alguien tomaba sus medidas de una manera tan meticulosa
— hablando del diablo — contesto Dupré molesta al ver a la joven, si había una clase de persona que la mujer mayor no toleraba mucho eran las chicas jóvenes y entrometidas como Alicia
— Por favor, señorita Dupré, no deje que esta mocosa sin gustos refinados arruine su estado de ánimo— intervino Bartolomé sonriente antes de que una pelea de ideologías morales surgiera entre las dos— ¿cuándo cree que estarán listas las ropas que solicite? — añadió
— por lo general suelo trabajar con grandes modelos de pasarela, hombres y mujeres de hermoso rostro que han tonificado su cuerpo hasta llevarlos a un estado cercano a lo divino, trabajar con un cuerpo tan imperfecto como el de esta chica será un verdadero desafío para mí — comento Dupré para luego encender finalmente su cigarrillo mientras veía con cierto grado de alegría la mirada de desagrado que Alicia tenía por hacerlo— pero creo poder tener el trabajo listo para mañana a las 12:30— contesto
— eso sí que es ser eficiente con su trabajo señorita Dupré ¿cree poder tener listo uno de los vestidos para hoy en la tarde? cerca de las 18:30— pregunto Bartolomé
— ¿¡18:30!?— exclamo Dupré con tono de sorpresa. Muchos diseñadores novatos se tardarían semanas en presentar un solo vestido terminado, el simple hecho de poder entregar todos los que Bartolomé pidió para mañana al medio día era algo de lo que podía presumir con orgullo, pero aun así el joven le pedía tener listo uno terminado a las 18:30 siendo que el reloj marcaba las 16:30 — ¡Eso es imposible! — reconoció inmediatamente
— sé que mi petición puede sonar irracional señorita Dupré y es por eso por lo que estoy dispuesto a pagar el doble del dinero que antes acordamos por la entrega inmediata de un solo vestido— respondió Bartolomé sonriente
— El tema no es el dinero muchachito, es imposible hacer un trabajo de calidad en tan solo dos horas. Yo me niego a entregar algo con mi sello personal que no sea perfecto; ya dañaría mi orgullo como profesional — indico la diseñadora
— le daré seis veces el monto inicial, con esa cantidad de dinero podrá ser capaz de contratar un médico capacitado que pueda curar su orgullo lastimado— contesto rápidamente Bartolomé con una ligera sonrisa; sabía perfectamente que Dupré era la clase de persona capaz de hacer milagros en sus trabajos siempre y cuando el precio ofrecido sea el adecuado
— ¿seis veces la cantidad inicial? — pregunto Dupré al no creer lo que escuchaba— sería imposible hacerlo, pero si retraso otros pedidos quizás lo consiga. Ciertamente por esa cantidad valdría la pena quedar mal con uno o dos de mis clientes por el atraso— pensaba Dupré en voz alta para luego de tomar su decisión mirar a Bartolomé y decir— acepto el trato, pero a cambio voy a exigir que el dinero que me ofreces este depositado en mi cuenta bancaria a más tardar a las 18:30 — añadió
— no se preocupe señorita Dupré, antes de que viniera a este cuarto ya había hecho un depósito equivalente a ese monto en su cuenta bancaria — contesto él joven con una sonrisa. Rápidamente Dupré chequeo el depósito a través de su teléfono, verificando sorprendida que efectivamente el equivalente a seis veces la cantidad acordaba se encontraba en su cuenta bancaria; ni un centavo más ni un centavo menos
— veo que me conoces bien — dijo la mujer sorprendida al ver tanto dinero a su nombre — tendré ese vestido listo antes de las 18:30 — añadió para luego retirarse de la habitación sin hacer más preguntas
—esa mujer sí que ama el dinero — exclamó Bartolomé cuando vio que Dupré ya no estaba cerca para oírlo. Lentamente el joven giro su mirada y camino con calma en dirección a Alicia quien lo miraba con enojo y desconfianza— llego la hora de que tú y yo hablemos — termino diciendo

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