Era una
tarde demasiado fría para ser de primavera. Alicia caminaba de brazos cruzados
en dirección a su humilde y pequeño hogar; todavía estaba enojada por lo que
había sucedido hoy en el colegio. No quería hablar con nadie en aquel momento,
solo deseaba llegar a su casa, abrir la puerta, y tirarse en su cama a dormir
por el resto del día. Hace dos días Bartolomé, un chico que era muy parecido a
ella, llego con una gran fortuna a la clase y destruyo en proceso la vida
social de Eleodoro; volviéndose desde su punto de vista un verdadero cretino. Y
hoy, ese mismo Bartolomé ha intentado abordarla como si se tratase de un
maldito "Playboy". "¿acaso ella parecía una chica tan
fácil de comprar?" Era lo que se preguntaba en su mente, pero en realidad
no era eso lo que la tenía molesta e irritada; lo que realmente la tenía
inquieta era la idea de pensar que ella se podría llegar a comportar igual que
Bartolomé si llegaba a tener dinero.
A medida
que la solitaria chica iba caminando por el barrio comercial, se fue dando
cuenta de las miradas de asco y lástima que la gente le daba al verla; lo cual
era bastante lógico dada su apariencia y forma de vestir. Pese a que asistía a
una academia de élite, la ropa de Alicia estaba toda remendada, su falda,
camisa y chaleco; eran de segunda mano y si no fuera debido a un tema de higiene
personal; seguramente su ropa interior y sus calcetines también lo serian. En
términos simples Alicia estaba peor vestida que una estudiante promedio de una
escuela secundaria normal; demostrando así lo pobre y necesitada que estaba su
situación económica. Las miradas de lástima que ella recibía por el simple
hecho de caminar en público eran que mil puñaladas en la espalda; motivo por el
cual la chica aceleraba el paso cada vez que pasaba por aquel sitio y trataba
desesperadamente de mantener su mirada en el piso. Luego de enfrentar aquel
molesto evento, que Alicia debía vivir a diario, finalmente llego a su casa; un
pequeño departamento ubicado al final de un oscuro y estrecho callejón donde
apenas podía vivir un ser humano. Ciertamente aquel lugar no podía ser llamado en
ninguna circunstancia "hogar", ya que aparte de ser pequeño, poco
acogedor y estar literalmente en ruinas, eran un sitio donde reinaba todo el
año un frío aterrador; independiente de la época del año. Estaba llena de
goteras en su interior y cada vez que llovía el agua se filtraba sin salir,
quedándose estancada durante meses y generando mal olor. Quien tuviera la mala
suerte de vivir allí no necesitaría ir al infierno cuando muera, ya que vivió
mientras vivía en él. Si un ladrón entrase a robar seguramente dejaría dinero
en lugar de llevárselo debido a la lástima que sentiría al ver el lugar. Estaba
compuesta únicamente por dos habitaciones, un diminuto baño con una ducha y una
pequeña habitación contigua de 9 metros cuadrados, donde apenas lograba caber
una pequeña colchoneta en la cual dormir y un pequeño mueble para guardar la
ropa.
Al ver
que su "hogar" estaba delante de ella, Alicia aparto sus entumecidas
manos de sus cálidos antebrazos y saco de su bolsillo derecho una diminuta
llave oxidada llena de pequeñas manchas que parecían ser de sangre; seguramente
de los anteriores residentes. Con mucho cuidado la pobre chica acerco la pieza
metálica a cerradura de la puerta, evitando temblar debido al frío que sentía,
pero justo antes de que pudiera insertarla y abrir la puerta, el inconfundible
sonido de una lata de bebida vacía rebotando en contra del piso luego de ser
pateada se pudo sentir. Al escuchar este sonido el cuerpo de Alicia sufrió un
pequeño espasmo muscular y entro en su posición defensiva habitual; sabía
perfectamente de quien se trataba
— Pensé
que te había dicho que no quería volver a verte por aquí, tu simple presencia
me causa repugnancia— dijo mientras se daba la vuelta y miraba directamente a
los ojos al hombre que arruino toda su vida— ¿porque has venido de nuevo John?
¿qué me buscas quitar esta vez? —pregunto con un tono de voz lleno de odio y de
rencor; el simple hecho de ver la sonrisa burlona de aquel hombre le hacía
hervir la sangre
—no seas
tan fría conmigo cariño, cuando lo dices de esa manera me haces sonar como el
tipo malo de la película— respondió John mientras se acercaba lentamente.
Vestía un elegante traje negro de diseñador junto con unos zapatos de piel de
cocodrilo real, su cabello era corto y muy estilizado; un hombre con clase y apariencia
extravagante
—¡¡no te
me acerques...!!— grito ella sacando de su con su mano bolso un rociador de gas
pimienta
—Tranquila
pequeña cocinera, no me gustaría lastimar a una linda chica como tú. Solamente
he venido a cobrar el dinero que tú le debes a mi jefe— respondió John
acercándose aún más
—esa
deuda es de mis padres, no es mía, si quieres cobrarle a alguien ve y buscados
a ellos; porque yo no te pagare nada— indico ella con tono determinado,
mientras que con su mano derecha intentaba abrir la puerta detrás de ella sin
que John se diera cuenta— los muy malditos me abandonaron en un orfanato de
mala muerte cuando tenía tan solo 7 años y no supe nada más de ellos; hasta que
tu llegaste después de 10 años para informarme que los muy sinvergüenzas me
habían usado como pago de una deuda que ellos no pudieron pagar. Si esta es la
forma de la vida de bromear conmigo, tengo que reconocer que tiene un sentido
del humor bastante singular— añadía riendo sarcásticamente mientras sentía con
alivio que sus esfuerzos por abrir la entrada por fin daban frutos; pero su
felicidad no duro mucho tiempo ya que a penas la puerta de su casa estuvo
abierta un gigantesco brazo rodeo su cuello y detuvo su movimiento
— ¿¡quién
demonios eres tú...!?— preguntaba Alicia aterrada al ver al dueño de aquel
brazo, un gigantesco hombre de 2 metros que de alguna manera entro a su casa y
espero pacientemente a que ella abriera la puerta para tenderle una emboscada—
¡¡Sueltam...—intento gritar para que la ayudaran, pero rápidamente el gigante
tapo su boca con su otra mano e impidió que pudiera hacer cualquier ruido; la
fuerza del hombre era de otro planeta
— siendo
sincero entiendo tu punto, créeme que si estuviera en tus zapatos diría
exactamente lo mismo, pero lamentablemente no soy yo quien quiere recuperar ese
dinero; sino que es mi jefe. Tus padres le pidieron prestado a un grupo de
personas con el cual la mayoría de la gente preferiría no relacionarse,
personas malas y despiadadas que no durarían en matar a una linda chica como tú
con el fin de recuperar lo que prestaron — indico John ordenando con una señal
al gigante que acercara a Alicia— como entiendo tu caso y siento pena por ti,
te intentado ayudar dándote más tiempo del que tenía permitido para que
pudieras reunir el dinero para saldar la deuda; pero lamentablemente no puedo
seguir dándote más privilegios como estos o tendré severos problemas con mis
superiores — se lamentaba el mafioso creyendo realmente que le estaba haciendo
un favor — no te preocupes cariño seré amable contigo. Te presentare a un
hombre que podrá ayudarte a reunir el dinero con el cual pagarnos, trabaja
administrando un club nocturno donde no es importante y es bastante amable con
las chicas que tiene bajo su cuidado; si eres obediente y trabajadora podrás
pagarnos en tan solo 10 años— añadió liberando en el rostro de la joven el
apestoso y nauseabundo humo del cigarrillo que tenía en la boca
—es una
propuesta interesante...— dijo el dueño de una voz misteriosa detrás de
John quien sin previo tomo el cigarrillo encendido en la boca del mafioso y con
un rápido movimiento de manos lo apago en la frente del gigante que retenía a
Alicia; quien al ser quemado de improviso no pudo retener a la joven y la dejo
caer al suelo mientras gritaba despavorido— pero lamentablemente para ti yo
seré el único que corrompa a esta chica— añadió. Sin comprender lo que estaba
pasando los ojos confundidos de John miraron lentamente hacia atrás
— ¿quién
eres tú...? — fue lo primero que pudo preguntar el mafioso al ver al
responsable de que su amigo de dos metros gritara como una niña. Detrás del, un
chico de no más de 17 años reía de una manera siniestra mientras veía al
gigante retorcerse del dolor; como si de alguna manera aquel espectáculo le
generara un extraño placer. Sin responder a la pregunta de John, él misterio
chico camino en dirección a Alicia quien estaba tendida en el suelo tosiendo;
aún no se recuperaba del agarre del cual fue víctima. Las marcas en su cuello
demostraban lo fuertemente que había sido el agarre y al verlas lo único que el
muchacho pudo sentir en su corazón fue ira; no quería que nadie más tocara su
nuevo juguete — ¡Respóndeme...! — grito el mafioso iracundo al ver que fue
ignorado
—cállate...—
contesto el joven mientras acariciaba superficialmente el cuello de Alicia,
quien pese a querer resistirse y detenerlo no lo podía hacer; ya que de alguna
forma aquel leve toque aliviaba su dolor y la hacía sentir mejor
— ¿¡que
has dicho...!?— pregunto John iracundo ante esas palabras
—te he
dicho que te calles— contesto el joven arrojando con fuerzas un fajo de
billetes al rostro de John quien lo miraba confundido
— ¿que
esto...? — pregunto el mafioso
— en ese
fajo hay un total de cien mil dólares, usa ese dinero para desaparecer de mi
vista— contesto el chico en tono serio haciendo que el mafiosos cambiara su
estado de confusión por una risa desquiciada
— ya
veo..., seguramente eres uno de esos chicos ricos de la academia Baltazar a la
cual esta mocosa insolente asiste — dijo John riendo entre dientes —
reconozco que tienes valor muchacho, mucho más del que yo o cualquier otro ser
humano tendría a tu edad— indico el mafioso sacando otro cigarrillo— pero me
temo que ni esa gran cantidad de valor ni estos cien mil dólares son
suficientes para saldar la deuda que esta señorita tiene con nosotros; ni
siquiera los intereses se pueden pagar con ellos— añadió
— ¿cuánto
es él dinero que necesito pagar para ver tu asquerosa cara fuera de mi vista? —
pregunto el joven inmediatamente sin dejarse intimidar con aquellas palabras
—wow, por
lo que veo tenemos a un joven magnate aquí; me gusta cómo vas directo al grano
sin darte muchos rodeos. Apuesto que eres muy popular entre las mujeres
—responde
rápido, tu voz tampoco es muy agradable de escuchar— contesto el joven
—eso es
muy cruel, me han dicho que una voz magistral. Viendo que no deseas seguir
jugado iré directo al grano, tu amiga nos debe 15 millones de dólares— contesto
John sonriente esperando asustar por fin al joven ante esa cantidad tan grande,
pero lamentablemente quien se asustó no fue otro que él. Sin siquiera dudar un
segundo, él misterioso joven saco de su bolsa del colegio veinte fajos de
billetes de alta denominación y los arrojaba al suelo sin ninguna clase de
apego hacia ellos
—aquí
tienes 20 millones — indico el muchacho dejando anonadado al mafioso quien por
primera vez en su vida veía tanto dinero junto
—pensé
que te había dicho 15...— indico John tomando con los billetes intentando
verificar que fueran reales; todavía no podía creer lo que veía— ¿por qué me estás
dando 20 millones? — preguntaba sonriente
—los
otros 5 millones son para que tú y ese feo gorila quemado tirado en el piso
llorando salgan de mi vista inmediatamente— contesto el joven provocando la ira
del guardaespaldas quien al escucharlo se puso rápidamente de pie con la
intención de golpearlo
—Espera
grandullón, no seas tan apresurado ¿no te das cuenta de la situación? —intervino
John sonriente— mira cuánto dinero tenemos aquí, nunca había visto tanto en
toda mi miserable vida. Después de pagarle al jefe sus 15 millones podremos
quedarnos sin culpa alguna con los 5 sobrantes, es decir, 2.5 millones para
cada uno de nosotros. Si la única condición para quedarnos con ellos es aceptar
sus insultos e irnos, yo podría perfectamente aceptar el trato ¿y tú? — añadió
haciendo que el gigante de músculos entra por fin en razón y se detuviera a
pensar las cosas con calma
—no veo
que mi dinero este siendo bien invertido— indico el chico molesto al ver que
loa dos matones seguían allí presentes
—lo
siento señor no fue nuestra intención— contesto John parándose erguido para
luego dar una ligera reverencia junto con el gigante — si en algún momento
necesita de mis servicios no dude en contactarme, la señorita Alicia allí
presente tiene mi número de teléfono, fue un placer hacer negocios con usted—
añadió riendo para luego tomar el brazo de su compañero y largarse del lugar.
Apenas los dos bribones se alejaron él chico misterioso se acercó a Alicia y
extendió su mano para ayudarla a ponerse de pie
— ¡¡no me
toques!!— grito está echándose para atrás adoptando una posición similar a la
de un animal asustado y temeroso— ¡¡no necesitaba tu ayuda...!! — indico
mirando con sus ojos llorosos a Bartolomé— no necesito la ayuda de nadie...
—
¿ayudarte...? ¿quién dijo que te estaba brindando mi ayuda? — pregunto
sonriente el demonio sujetando rápidamente el brazo de Alicia para luego
subirla de golpe y tenerla a la altura de sus malévolos ojos — lo único que
hice fue comprar un juguete nuevo, bienvenida a tu nuevo infierno— añadió
riendo.
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